Para Alejandro Gaviria Desde hace ya un par de meses me comenzó a rondar la idea de hacerle esta misiva, que sin dudarlo comencé a crear, exactamente desde el mismo momento que sentí que la idea de que usted pudiera ser candidato presidencial podría ser más que eso, una idea. Esta debe ser la versión dieci-tantas, ya no sé; lo que si dudé hasta el último momento, cosa que aún hago, fue enviársela, pensar en la forma, el medio, el tiempo… tal vez alguno en donde la pase lo más desapercibido posible, o que irónicamente, nunca pudiera ser posible que la leyera, de hecho no creo que la lea; la verdad es que nunca he intentado algo así, y pensar que se confunda la esencia de este escrito con algún nivel de oportunismo, “mediatismo” o populismo, sobretodo eso, populismo, me espanta. El solo hecho de sentir que esta misiva tenga visos populistas me espanta un poco... Le quiero contar un par de cosas de mí. Soy oriundo del municipio de Soacha, Cundinamarca, un municipio que como usted debe saber, cuenta con casi todos los problemas sociales concentrados, un municipio a mi modo de ver abandonado, pero eso sí, usado y abusado de manera recurrente y desde hace muchos años por los gobiernos nacionales, y digo usado porque con la promesa de inversión social y “desarrollo”, el gobierno nacional junto con los gobiernos locales decidieron que Soacha fuera el centro de asentamiento de todas las personas, que, desplazadas por la violencia, buscaban en la capital oportunidades nuevas y la esperanza de vida que la violencia les arrebató en sus territorios. Claramente, esa promesa de valor nunca llegó, y después de haber construido y ocupado viviendas en casi todo el municipio, nunca llegó la inversión en salud, vías, colegios, universidades, oportunidades de empleo etc. Ya entenderá usted las consecuencias de eso y la razón por la cual Soacha dejó de ser una ciudad próspera, prometedora, segura a ser una ciudad sin esperanza. Fui testigo entonces, de cómo poco a poco, casi una generación entera, con unas capacidades enormes en temas deportivos, artísticos, culturales, académicos en general se fue perdiendo, la falta de oportunidades, de inversión social y la corrupción llevó a muchos a dejar de luchar, a entregarse, algunos al abuso de drogas, del alcohol, algunos otros a buscar una manera más “ligera” de obtener el sustento diario, otros emigraron buscando algún futuro digno para sus hijos, otros simplemente, murieron, y a otros, como es bien sabido, los desaparecieron. Éramos muy buenos Alejandro, era una generación que no le quedaba grande nada, y con un corazón enorme que pensaba primero en el otro antes que en uno mismo; pero el Estado nos falló, nos abandonó. Otros tantos, y lo tengo que decir con esa vehemencia que queda después de la desesperanza, logramos algo de paz, logramos “pasar al otro lado”, a nuestro modo, claro está, pero logramos siento yo, dejarle algunas bases a los que vienen, a los que siguen. En mi caso, por esas cosas del azar que pusieron un par de sucesos en orden, otros tantos que se pusieron en el camino correcto y por supuesto, el libre albedrío que acertó en los puntos de inflexión precisos. El primero de ellos, haber tenido la fortuna de que tener como padres a dos profesores, salidos de la normal ambos, entregados al conocimiento, a la información, a la educación y a esas luchas que desde sus estadios asumían; creo que sin ese elemento de azar, (digo azar porque naturalmente no escogí eso), hubiese sido muy difícil “pasar al otro lado”. Siento que a raíz de esto, la educación siempre estuvo ahí, el conocimiento, la información, esa capacidad de debatir, de analizar con sentido crítico acerca de temas profundos y también mundanos fue esencial para que parte de esa generación no se perdiera en el intento, no se extinguiera por completo y como yo, esos otros tantos lo lograran. Salí bachiller del Colegio Departamental de mi municipio, me convertí luego en un profesional de Ingeniería de Sistemas, tengo una esposa y unas hijas maravillosas y me propongo en la medida de lo posible en nunca dejar la academia … en fin. El punto importante aquí Alejandro es que soy un convencido de que LA EDUCACIÓN SALVA VIDAS, soy un convencido que la vida en sí misma carece de sentido y validez si no viene acompañada de un propósito y de un sentido, que la vida no puede significar en sí misma, únicamente el verbo de mantenerse vivo, de la acción de respirar y de alimentarse; y la educación Alejandro, usted lo sabe bien, logra eso, la oportunidad de cambiar lo que parece inevitable, de darle otro destino al camino tan corto que recorremos por este espacio que nos han dado entre el primer y último respiro, otro destino cualquiera que sea, no necesariamente mejor, resultado que al final resulta irrelevante frente a la acción de decidirlo, frente a la opción de romper el mito de que en alguna parte ya está escrito o fue impuesto. Esa oportunidad de decidir, ese libre albedrío es para mí, la verdadera razón por la que existimos. Debo contarle que en la mitad de mi camino ingresé a la política, aunque creo que al final de cuentas siempre estuve involucrado en ella, muchas tardes y noches de análisis y discusiones entre amigos y familia acerca de los problemas del país, de los discursos de los candidatos, de las políticas de nuestros gobiernos, de los resultados electorales año tras año, y de lo mucho que denigrábamos de la clase política, me dan razón para afirmarlo. Pasó que en ese camino conocí a una persona que me mostró lo que para mí significaba la razón de ser de la política, me enseño que la política sí podía ser basada en valores, podía ser transparente, podía ser alejada de odios y centrada respetos y reconocimientos, centrada en el respeto a la vida y en el respeto a los dineros públicos, pero sobretodo, centrada en la Educación y la Cultura como política de Estado, por fín alguien que entendía lo que significaba la educación en la vida de las personas, otra persona que entendía lo mismo que yo; por eso esa persona logró que yo entrara a formar parte de esa clase que tanto criticaba y que tanto rechazaba, pasó que conocí a Antanas Mockus. No podía haber sido de otra forma, la convergencia entre educación, moral, cultura, ley, transparencia y respeto a la vida era ese elemento casi químico que creó la inspiración suficiente para darle alegría a ese ejercicio gris de la política. Ahora, estimado Doctor Gaviria, han pasado más de 10 años, el país cambió, al igual que las prioridades, todo intento por revivir ese gran sueño parece infructuoso y cada vez más difícil. Para nadie es un secreto que los problemas de Colombia son históricos y estructurales, y esa definición en sí misma, sugiere que sus soluciones no solo no sean a corto plazo, tampoco en un solo periodo de gobierno, tampoco sugiere que sus soluciones afloren de una sola persona, ni de un solo partido, ni siquiera del sector político en su conjunto; sugiere, al contrario, que se diseñe un plan de acción colectivo y a largo plazo en dónde todos los sectores de la sociedad, más la sociedad misma representada en su ciudadanía, hagan parte. Estimado Alejandro, no necesitamos un gran salvador, de hecho, los “salvadores” le hacen un daño enorme a las sociedades, al igual que usted, creo que los grandes estadistas se crean producto de la desesperación humana ,es más, en el caso de así quererlo y continuemos a pesar de todo con esta miopía política, no creo que usted lo sea, usted no tiene las cualidades ni capacidades que necesitan los caudillistas modernos, por fortuna; pero lo que sí necesitamos, es alguien con la capacidad de unir a la sociedad en objetivos claros, abiertos y comunes, de hacer equipo con los diferentes actores de la sociedad, de INSPIRAR y sacar lo mejor de cada uno de nosotros para remar hacia el mismo norte, respetando los diferentes caminos eso sí como lo intentó hacer Antanas Mockus en su momento, lo que sí necesitamos Alejandro, es alguien que sea capaz de darle ese elemento de HUMANIDAD que perdió la política desde hace bastantes años o que tal vez nunca ha tenido. Estimado Alejandro, no necesitamos un gran salvador, de hecho, los “salvadores” le hacen un daño enorme a las sociedades, al igual que usted, creo que los grandes estadistas se crean producto de la desesperación humana Lo siento mucho Alejandro y discúlpeme por favor porque más que osado me siento un tanto atrevido, por opinar sobre lo que no me concierne, por contra - argumentarle sus posiciones más personales, más profundas, más íntimas, en dónde nadie, por mas público que sea un ser humano, debe entrar de manera unilateral; he sentido profundamente sus argumentos por los cuales no quiere ser candidato presidencial, y los entiendo como propios, son supremamente válidos, coherentes y lógicos, ni más faltaba entrar a discutirlos, además, porque soy consciente de la fuerza no solo física sino mental que va a requerir si decide entrar a una campaña a la presidencia de la república, se lo digo yo como una persona que sabe lo que es la depresión y la ansiedad, pero aún así, me voy a permitir dejarle, en este gastado intento, unas últimas reflexiones por las cuales creo que usted debería ser Presidente de este país: Un presidente, en mi sentir debe antes que todo INSPIRAR en el sentido trascendental de la palabra, y usted Alejandro, cuenta con cada una de ellas, así que por favor láncese a la presidencia, el solo hecho de intentarlo y mostrar interés por liderar el país desde el punto de vista de la HUMANIDAD y la defensa de las LIBERTADES republicanas va a ser un hecho inspirador y revolucionario dentro de esta contienda que ya comienza, Láncese Alejandro, tenga la seguridad de que no va a estar solo, no solo porque tengo la certeza de que va a armar un equipo maravilloso que lo va a acompañar, sino porque millones de personas lo protegeremos y acompañaremos. Además mi estimado rector, recuerde que usted así como yo, estamos convencidos que lo bueno de la vida, es complicarla,
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Cesar IntriagoEmprendedor, a pesar de los trillado que está el concepto. Sueño con una región que vuelva a creer y a confiar; pero sobretodo que esos, a quienes se les deposita la confianza, no les fallen. Archivos
Julio 2022
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